sábado, 18 de diciembre de 2010

CUENTOS. LA CARTA ROBADA - DE EDGARD ALLAN POE


Poe, es el maestro indiscutible del cuento corto. A pesar de sus pocos años de vida su obra fue muy fructífera, no solo en la narración, también incursionó en novela, poesía, periodismo, crítica y ensayos.

La colección completa de sus cuentos en español se puede conseguir en varias versiones editoriales.
En nuestro idioma, encontraremos una verdadera edición de lujo traducida nada más y menos que por el inmenso Julio Córtazar, verdadero especialista de la obra de Poe.

En las ediciones en español, sugiero que accedan a aquellas que son prologadas por Mario Vargas Llosa. Con estos antecedentes, los Cuentos de Edgard Alan Poe, deben estar presentes en toda colección.

La mayor fama de Poe es sobre todo a través de su poema El Cuervo. En particular, prefiero alguno de sus cuentos más conocidos antes que este poema narrativo (así se llama la modalidad).

Para mi gusto, La Carta Robada es uno de los cuentos mejor logrados. Dentro de un  estilo próximo a Conand Doyle, Poe crea a un personaje que se convertirá entre uno de los más entrañables detectives "deductivos" de la literatura: Auguste Dupin

El cuento se caracteriza por contar con solo 3 personajes: el narrador del cuento, el Sr. "D" y Dupin.
La trama se inicia cuando el Prefecto de la Policía de París le pide al detective Dupin y a su amigo, el narrador, su ayuda para resolver el misterio de una carta robada de las habitaciones reales, cuyo contenido afectará a una persona encumbrada, en caso de divulgación.

El supuesto ladrón, es el ministro D., al que la propia víctima lo ha visto cometer el hecho.

Dupin se niega a tomar el caso, dando consejos al Prefecto de cómo revisar la propiedad del ladrón para que tenga éxito en la búsqueda de la carta, ya que han sido infructuosas las cuantiosas búsquedas efectuadas.

Vuelve el Prefecto, derrotado, a la casa de Dupin, ya que continúan siendo inútiles todas sus investigaciones, ofreciéndole una recompensa por resolver el caso, en un momento en el que Dupin ya había recuperado la carta.
Pues nuestro ingenioso detective partió de razonamiento lógico para averiguar el escondite, y de un profundo análisis de la psicología del delincuente y una capacidad de observación del entorno de la casa de Mr. D.

Utilizando un ardid y mucha sapiencia para distraer la atención de Mr. D, Dupin reemplaza la carta robada por un facsímil sin valor. La arducia fue genial.
El cuerpo del cuento a pesar de ser corto, contiene buenas dosis de intriga y suspenso que van hilando el desarrollo del caso con la misma simpleza que utiliza para el desenlace final.

Un escritor genial de habla inglesa, un prólogo brillante del en ese entonces prospecto de premio Nobel, y una traducción y construcción en nuestro idioma a manos de un inmenso creador.

Una de las mejores combinaciones que bordean la perfección.

¿A quién no le puede gustar esta receta?


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